Lo que cuenta
Mi amiga contó que un creyente y colega le había preguntado a qué partido político pertenecía. Al parecer, su objetivo era ver si coincidía con ella en una serie de asuntos que dividían a la comunidad. En un esfuerzo por encontrar un denominador común, ella simplemente respondió: «Como somos hermanos en la fe, prefiero concentrarme en nuestra unidad en Cristo».
Como nosotros, por nosotros
Darío notó que su hijo no quería quitarse la camiseta para nadar y se dio cuenta de que era porque le daba vergüenza una marca de nacimiento que cubría parte de su pecho, vientre y brazo izquierdo. Deseoso de ayudarlo, decidió atravesar un largo y doloroso proceso de tatuaje para crear una marca idéntica en su propio cuerpo.
Domicilio permanente
Hace poco, nos mudamos a una casa nueva no muy lejos de la anterior. A pesar de la cercanía, tuvimos que cargar todas nuestras pertenencias en un transporte para cumplir con las fechas de las transacciones financieras. Entre la venta y la compra, los muebles permanecieron en el camión y nosotros nos hospedamos en un hotel. Durante ese tiempo, me sorprendió descubrir cuánto me sentí «como en casa» a pesar de haber dejado nuestro hogar físico; simplemente, porque estaba con quienes más amo: mi familia.
El buen pegamento de Dios
Científicos de la Universidad Penn State desarrollaron recientemente una nueva clase de pegamento que es extremadamente fuerte y, al mismo tiempo, removible. Su diseño está inspirado en un caracol cuya baba se endurece en condiciones de sequedad y se vuelve a ablandar con la humedad. La naturaleza reversible de la baba le permite al caracol moverse libremente y a salvo en condiciones más húmedas, y lo mantiene firmemente adherido a su entorno cuando moverse sería peligroso.
Pies hermosos
John Nash fue galardonado con el Premio Nobel en Economía en 1994, por su labor en matemáticas. Desde entonces, sus ecuaciones se han usado para entender las dinámicas de la competencia y la rivalidad en los negocios. Un libro y una película sobre su vida se refieren a él como «una mente hermosa»; no porque su cerebro tuviera algún atractivo estético particular, sino por lo que hizo.
La maravilla de la creación
Mientras Tim, un profesional especializado en el estudio de glaciares, caminaba por el glaciar Root, en Alaska, se cruzó con algo que no había visto nunca: una gran cantidad de pequeñas esferas de musgo. Después de rastrear durante años las brillantes esferas verdes, Tim y sus colegas descubrieron que, a diferencia de los musgos en los árboles, los «ratones glaciares» no están adheridos; y lo más sorprendente es que se mueven al unísono, como un rebaño. Al principio, pensaron que los movía el viento o rodaban cuesta abajo, pero sus investigaciones lo descartaron.
Esconderse de Dios
Cerré los ojos y empecé a contar en voz alta. Mis compañeros de tercer grado salieron corriendo a buscar un lugar para esconderse. Después de revisar cada gabinete, baúl y armario durante lo que me parecieron horas, no podía encontrarlos. Me sentí ridícula cuando una saltó finalmente de detrás de un helecho que colgaba del techo. La planta solo le tapaba la cabeza… ¡el resto del cuerpo había estado a la vista todo el tiempo!
Acercarse
Cuando apareció el coronavirus, sacar algo de mi caja de seguridad en el banco requería más protocolo que antes. Tenía que reservar un turno, llamar cuando llegaba para que me permitieran entrar, mostrar mi identificación y esperar ser escoltada hasta la caja fuerte. Una vez adentro, las puertas se cerraban hasta que buscaba en la caja lo que necesitaba. Si no seguía las instrucciones, no podía entrar.
Presencia virtual
Cuando el nuevo coronavirus avanzaba por el planeta, los expertos en salud aconsejaron mantener distancia física entre las personas para frenar el contagio. Muchos países pidieron a sus ciudadanos que se quedaran en sus casas. Al igual que otros, participé en reuniones de la iglesia a través de plataformas digitales. En todo el mundo, practicamos nuevas formas de estar juntos, a pesar de la desconexión física.
¡Déjame quedarme!
Mientras iban camino al auto, Santi se soltó de la mano de su madre y corrió como loco hacia la puerta de la iglesia. ¡No quería irse! Su mamá fue tras él y trató de convencerlo para que pudieran irse. Cuando por fin logró alzar a su pequeño de cuatro años, este lloraba desconsolado y estiraba los brazos hacia la iglesia mientras se alejaban.